Para el número de verano de G7, Graziano reseñó algunos discos ad hoc. Jogging, desde luego, excede la categoría con creces. Aquí está el texto, -casi- tal como se publicó.
SEXTETO IRREAL- Jogging (Los Años Luz)
Estos muchachos pertenecen a esa generación cosmopolita a la que Talking Heads le voló la cabeza. Tipos como Axel Krygier, Fernando Samalea, Alejandro Terán, Christian Basso y Manu Schaller, que recorrieron de punta a punta los ’80 y luego partieron a llenar su pasaporte musical de sellos exóticos. Por eso cuando empezaron a darle forma al Sexteto Irreal (allá por el 2003), más que una banda eran un grupo de cófrades. Desde luego, eso significaría más bien poco si no tuvieran talento y una comunicación casi telepática. Y está claro que, más allá del peso específico de cada nombre, siempre fue un proyecto muy hedonista y horizontal. Con acaso la mejor base rítmica del país y una paleta de colores que incluía desde piano rhodes hasta theremin, pasando por viola, bandoneón, saxos, flauta traversa, clarinete y marimba. La verdad es que, si los escuchaste alguna vez en vivo, Jogging es un disco que esperabas. Un disco que aun metiendo dub, acid jazz, cumbia, corridos y hasta guajira, nunca es ecléctico. Que logra ser cohesivo porque no hay ejercicios de estilo, sino puntos de referencia y una dinámica letal. Jogging es la música chamánica que exhala una criatura viva. Que piensa y, luego, baila.
Estos muchachos pertenecen a esa generación cosmopolita a la que Talking Heads le voló la cabeza. Tipos como Axel Krygier, Fernando Samalea, Alejandro Terán, Christian Basso y Manu Schaller, que recorrieron de punta a punta los ’80 y luego partieron a llenar su pasaporte musical de sellos exóticos. Por eso cuando empezaron a darle forma al Sexteto Irreal (allá por el 2003), más que una banda eran un grupo de cófrades. Desde luego, eso significaría más bien poco si no tuvieran talento y una comunicación casi telepática. Y está claro que, más allá del peso específico de cada nombre, siempre fue un proyecto muy hedonista y horizontal. Con acaso la mejor base rítmica del país y una paleta de colores que incluía desde piano rhodes hasta theremin, pasando por viola, bandoneón, saxos, flauta traversa, clarinete y marimba. La verdad es que, si los escuchaste alguna vez en vivo, Jogging es un disco que esperabas. Un disco que aun metiendo dub, acid jazz, cumbia, corridos y hasta guajira, nunca es ecléctico. Que logra ser cohesivo porque no hay ejercicios de estilo, sino puntos de referencia y una dinámica letal. Jogging es la música chamánica que exhala una criatura viva. Que piensa y, luego, baila.
Martín E. Graziano
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