miércoles, 5 de enero de 2011

OUT-TAKES: reseñas 2010 (parte 3)

En el momento exacto en que aparecen reptando las serpientes del verano, este blog abre sus arcas inéditas del 2010. Aunque torpemente velado, es un típico racconto periodístico. En este caso, se trata de una gran cantidad de reseñas publicadas por Graziano a lo largo y ancho del año, mayormente en las páginas de G7. Por algunas razones válidas (pudor, omisión o -liso y llano- sentido común) buena parte de estos textos fueron evitados por quien suscribe. Hasta hoy. Aquí están, en tres partes y orden cronológico.LA SUPERBE / BENJAMIN BIOLAY
POPART DISCOS
Aunque fue el hombre en las sombras de algunos discos exitosos de Keren Ann y Coralie Clement, Benjamin Biolay nunca fue un tipo exactamente modesto. Después de todo, para ser un ‘puppet master’ y sacar un ambicioso álbum doble como este hay que tener un ego importante. Sin embargo, Biolay ofrece un saludable sentido del humor al tomarse en broma como el más ridículo de los mortales y titular al disco La superbe (“La soberbia”). Después de todo, se trata del heredero natural para un linaje que une a trovadores corrosivos como Brassens, Jacques Brel, Boris Vian y Serge Gainsbourg. Desde luego, para hacer ruptura en cualquier tradición hay que conocerla, y Biolay maneja la chanson a su antojo. En este, su sexto disco, hay tanto arreglos de cuerda cinematográficos como baladas susurradas al piano y diálogos chico/chica. Otra de las saludables costumbres de la chanson es el tráfico y aquí no falta esa promiscuidad: new wave, Miles Davis, hip hop, una cita a la trompeta piccolo de “Penny Lane” y hasta alguna viñeta para Buenos Aires. La superbe es la clase de manifiesto que divide aguas. Será ‘pretencioso’ o será ‘genial’. Mientras tanto, el artista sigue trabajando.
Martín E. Graziano

CATÁLOGO ISLAND REMASTERIZADO / NICK DRAKE
UNIVERSAL
La justicia poética, un viejo problema. Más de cuarenta años después del primer disco de Nick Drake, todo su catálogo en Island se edita por primera vez en la Argentina. Se trata de sus tres álbumes publicados en vida: Five leaves left (1969), Bryter layter (1970) y Pink moon (1972). Las fechas no mienten. Al trovador de Tanworth-In-Arden le bastaron apenas cuatro años para dejar un corpus artístico tan escueto como imperecedero. Y acaso hubiera sido suficiente con las diez canciones de Five leaves left, una suite de folk crepuscular que alcanza una perfección aurea. Volver a escucharla lo confirma. Allí están los arreglos de Robert Kirby, pero también la fortaleza de su fingerpicking, la inventiva melódica y la voz del poeta. Pero hay dos discos más (dejando de lado el póstumo Time of no reply), y no son sólo extensiones del primer paso. Jazzy el uno, deshabitado el otro, cada grabación es una línea de fuga posible aunque el centro sea siempre el mismo. Y si bien Drake se dejó morir en 1974, esta demorada edición quizás si sea un gesto de justicia. Porque es el triunfo de su obra, pero también el de su voluntad. Como cantaba en “Fruit tree”: “todos sabrán que estuviste aquí cuando te hayas ido”.
Martín E. Graziano

RPA & THE UNITED NATIONS OF SOUND / RPA & The United Nations of Sound
EMI RECORDS
Si conduce su coche como su obra, Richard Ashcroft es serio candidato a pegarse un palo. Con Keys to the world, su disco anterior, parecía que había encontrado la punta del ovillo para su carrera solista. Después de la separación de The Verve había soportado con estoicismo las críticas y finalmente había logrado dar su paso más sólido. Sin embargo, en lugar de profundizar ese camino, se fue por la tangente para volver a reunirse con sus compadres y grabar un disco juntos que ni fu ni fa. Ahora armó una banda no muy creíble (suenan y se comportan como músicos de sesión) y convocó a No I.D., un productor de hip hop de la escena Chicago. El comienzo es alentador, con la banda cabalgando sobre un riff de cuerdas y la arenga espiritual del británico. No hace falta ser un erudito para descubrir una re-lectura sobre “Bitter sweet simphony”. Sin embargo, funciona porque Ashcroft es, sin dudas, un tipo talentoso. Después hay soul blanco, retazos de hip hop, baladas, citas al blues de Chess y hasta a la Velvet. Casi de inmediato el disco pierde el foco y Ashcroft, agarrando el volante con fuerza, parece preguntarse ‘¿qué hago en medio de todo esto?’. Ajusten los cinturones, muchachos.
Martín E. Graziano

GRINDERMAN 2 / GRINDERMAN
MUTE
El mercado quiere reservar la libido para los adolescentes, entonces a los artistas que pasaron hace rato la veintena no les queda más remedio que simular ser jóvenes. Ahí vienen las cirugías, el botox y la ropa inadecuada. Bueno, Nick Cave no se hace el pendejo: es un auténtico viejo verde. Y con Grinderman, el grupo de blues-punk mugriento que armó junto a Warren Ellis, se saca todas las ganas. Obviamente, estas pulsiones de violencia y sexo siempre orbitaron la obra de Cave: desde los apocalípticos días con Birthday Party hasta unos cuantos arrebatos de los Bad Seeds. La diferencia es que aquí parece haber abierto la válvula de par en par, decidido a que corran ríos de vísceras y perversión. Aunque aporta algunos matices folk, este segundo disco de los Grinderman es tan intenso como el primero. Es decir, otra dosis de Stooges y Howling Wolf con gasolina de Cormac McCarthy. Como sólo unos pocos artistas se atreven, Cave vuelve a asomarse al vació para ver. Y, sea lo que fuere que hay debajo, se muere de risa y de horror. Claro que no está sólo: la gira hasta los bajos fondos es con esta pandilla de barbudos. Si te cruzás con ellos en la calle, mejor cruzar la vereda.
Martín E. Graziano

BAND OF JOY / ROBERT PLANT
UNIVERSAL
En el momento exacto en que Robert Plant dejó de hacerse el joven, empezó a ser más joven. El primer paso en esa dirección fue el dueto con Alison Krauss para el multipremiado Raising sand. Allí, el productor T-Bone Burnett lo desafió a explorar sus registros más bajos y encontró un nuevo equilibrio. El éxito le dio la confianza y Plant abandonó su traje de dios dorado para asumir un papel que le sentaba mejor: el crooner inglés de vuelta, curtido en las lides del verdadero rock & roll y en busca de las raíces profundas. Y si bien su nuevo disco no es exactamente una continuación, hay algo que parece haber cambiado para siempre. Sin la compañía de Krauss, Plant corrije un poco el foco musical y lo ubica en una triple frontera imaginaria entre el rock, el folk británico y el norteamericano, pero la producción sigue siendo ese paisaje discreto y eléctrico que proponía Burnett. En ese campito levemente árido, la voz de Plant hace estragos y brilla con todos sus matices. Dicho sea de paso, Band of joy es el nombre de la banda que compartían con Bonham antes de Led Zeppelin. Todo parece indicar que, además de un gran disco, el viejo Robert hizo su ajuste de cuentas con el pasado.
Martín E. Graziano
MY BEAUTIFUL DARK TWISTED FANTASY / KANYE WEST
UNIVERSAL
Si sos Kanye West, ¿qué viene después de un disco decepcionante y algunos escándalos menores? Un disco genial y escándalos mayores. Y si la portada ya horrorizó a la clase conservadora de los Estados Unidos, deberían esperar a escuchar las letras. My beautiful dark twisted fantasy es tan sexual como Let’s get it on de Marvin Gaye, pero más retorcido y ciertamente más incorrecto. Las letras son un chorro imparable de tweets que West despacha con un flow irresistible, yendo de la confesión de madrugada al lamento por la muerte Michael Jackson. Sin embargo, el meollo de la cuestión es musical. En ese sentido, Kanye lleva al máximo sus pretensiones, pero tiene con qué responder. Como Stevie Wonder durante los ’70, el Rey Midas del hip-hop se hace cargo de todo el control y ofrece desde góspel profano hasta r&b, pasando por un cameo de Bon Iver, la oscura revelación folk de los últimos años. Claro que las colaboraciones de Jay-Z y Rihanna son, además, efectivas maniobras de mercado. Pero habrá que darle el crédito a Kanye West y a sus amigos, porque cada entrada es elegante y asesina.
Martín E. Graziano
LIVE IN LONDON / REGINA SPEKTOR
WARNER
No hay que dejarse amedrentar por esa tapa de bootleg mal grabado: esto es mercadería de primera. Live in London recoge, en CD y DVD, el concierto que Spektor dio en el Hammersmith Apollo Theather, la noche del 4 de diciembre de 2009. Y si bien los discos en vivo suelen ser apenas souvenirs para los fans, esto es otra cosa. Desde el vamos, porque ese ensamble original de piano, cuarteto de cuerdas y batería propone nuevas lecturas para todo su repertorio. Y, sobre todo, porque la rendición vocal de Regina es vital y superadora. Así, a lo largo del concierto recorre tanto las canciones de Far, como el cabaret anti-folk de Soviet kitsch y los hits de Begin to hope, su crossover pop. En ese aspecto, el viaje revela no sólo la solidez de su obra, sino una búsqueda esencial que excede el sonido de cada disco: una canción pop llena de encanto y de ideas, tramada imperceptiblemente con códigos de la música ‘culta’ y letras implacables. Registrado unos meses antes de la muerte absurda de Dan Cho, el cellista y leader band de Spektor, el disco también funciona como una elegía. Y demuestra que, desde hace rato, la hija del matrimonio igualitario entre Björk y Tori Amos ya tiene su propio documento.
Martín E. Graziano

No hay comentarios:

Publicar un comentario