jueves, 15 de diciembre de 2011

RESEÑA: Le priét vaha chosmos...

Editado por Random, hace un par de meses salió a la calle el disco nuevo del dúo de Villa Crespo. Un doble que Graziano reseñó para G7 en noviembre. Ahí va.
PRIETTO VIAJA AL COSMOS CON MARIANO: Le priét vaha chosmos e ba con Maourian!!!
Como buena parte de su generación, la música de Maxi Prietto y Mariano Castro creció arropada por Pavement, Jon Spencer, Yo La Tengo y otros príncipes mendigos del slacker noventoso. Incluso el ensamble de guitarra eléctrica y batería que eligieron para su dúo remitió de inmediato a los White Stripes, acaso los primeros herederos serios de esa corona. Sin embargo, estos muchachos de Villa Crespo cavaron un pozo muy profundo y encontraron libertad poética. Un romanticismo rimbaudiano que remite a glorias de la psicodelia criolla como Spinettalandia y sus amigos y los primeros volúmenes de Pappo’s Blues. Eso sí: ni el más delirante esperaba este disco doble y una versión gloriosa de Leonard Cohen. Así, Le Prièt vaha chosmos e ba con Maourian!!! aporta colores nuevos a su paleta tímbrica (flautas, trompetas, armonio) y los cameos de algunos compadres (Shaman y Niño Elefante, guitarrista de El Mató), pero sobre todo es una exploración sobre la dinámica del dúo. Una telepatía llena de swing para cazar la canción en su estado embrionario. Como dicen en “El monstruo”: “buscando canciones sin razón, trato de imaginarme que este vagón lleno de olor a panchos va a un lugar mejor”.
Martín E. Graziano

RESEÑA: Mugre

Vamos poniéndonos al día con la actividad intensa. Alrededor de octubre, Graziano reseñó el disco del trío de Juan Pablo Fernandez para G7. Aquí está el texto.
ACORAZADO POTEMKIN- Mugre
Mucho antes de que la religión y la ciencia tuvieran iglesias diferentes, la alquimia era un arte sagrada. Un métier para los maestros que sabían jugar con fuego. Bueno, después de la disolución de la Pequeña Orquesta Reincidentes, Juan Pablo Fernández se propuso aliarse con dos tanques inflamables como Federico Ghazarossian y Luciano Esaín. Y sabía lo que hacía: un trío eléctrico donde la austeridad era una elección ética y estética. Así, aquello que en la POR era paleta tímbrica, en Acorazado Potemkin se limita a la química grupal. Una dinámica que, aunque tiene todos los condimentos del power trío, no responde a ese estereotipo. En todo caso, es una banda de postpunk poético y porteño, impulsada por un motor a implosión y los versos de Fernández, que pasa del murmullo maniático al grito mientras el ensamble se contrae y se expande como un corazón. En ese contexto, hasta su visita al repertorio de Adriana Calcanhotto suena como The Clash. Digamos, como si los Bad Seeds y Don Cornelio se encontraran para jugar al billar y, tras algunas botellas de ginebra, el asunto terminara a las piñas: un verdadero poema.
Martín E. Graziano