MISTER AMÉRICA
En la sala de la antifama
Son la gran joya oculta de la escena del rock platense. Después de 6 discos, decidieron editar su primer DVD: Mister América Develado.
Gustavo Astarita enciende su pipa. Deja escapar una bocanada blanca de humo y, sin un ápice de soberbia ni de resignación, observa: “pienso que el medio se equivoca al no crearle un lugar a Mister América”. Fundados en La Plata hace ya 18 años, foguearon su personalidad en los albores del Nuevo Rock Argentino aunque nunca compartieron sus códigos y eso supo jugarles en contra. Es verdad, en sus primeros discos agitaron las patitas en el charco de una esquizofrenia sónica tan cara a los Peligrosos Gorriones pero se sabe, lo apuntó Rodrigo Fresán, el rock comienza extrovertido y termina introspectivo. Como el universo, se contrae. “Los primeros discos eran más duros, con más rock –interviene Leandro Giordano, tecladista-, pero a partir Insano (2001) Mister América partió hacia el retiro. Fue internándose en el terreno de una surrealidad total, en ese mundo que había estado creando”.
Se trata realmente de una banda diferente, de eso que los británicos llaman one of a kind. Su concepto está tan cerrado sobre sí mismo que resulta por lo menos arduo desandar el camino hacia su manantial creativo. Usurparon su nombre del primer disco de The Mothers of Invention y desde allí partieron para atravesar el drama oscuro de Bauhaus, dosis de jazz y, más tarde, la obra de Jobim, el lounge, compositores contemporáneos como Olivier Messiaen y los soundtracks de John Barry. Las canciones se hacen carne en el cuerpo desgarbado de Astarita que, en su condición de performer y songwriter, conecta genealógicamente con el linaje que une a Bowie con Federico Moura.
El último disco, Superación, llega a un punto culmine. Es el cifrado en clave rock del ingreso a un estadio filosófico trascendental. “Representa la creación de un mundo ideal -resumen-, donde uno puede aislarse dejando el plano físico. Un paraíso para nadie”. El verso que lo encendió tiene el perfume zen de los haikus. Astarita canta ese “Ya sufrí, estoy liberado” muy delicadamente, pero con la elocuencia de un yogui levitando frente a una multitud incrédula:
Ahí cierta clave. En esa tensión entre una música asociada naturalmente al entretenimiento (a go-go, lounge, easy listening) y la lírica agazapada para perturbar y cuestionar. “Aparte del recurso literario, hay un recurso filosófico –sostiene Astarita-. Uno compromete su existencia en cada letra creando un símbolo para sí mismo que también puede servir para la humanidad”.
Ahora decidieron dejar un testimonio en DVD. Mister América Develado es el registro de sus shows en La Fabriquera de octubre de 2006. Una botella al mar para aquellos que no pueden acercarse hasta La Plata, porque a la banda no le interesa demasiado cruzar la muralla verde que los separa de Capital Federal. Tampoco parece importarles la escena actual del rock mainstream. “Para mí el rock, o mejor aún, esta musica que lo trascendió, es un camino de vida –concluye Astarita. La mayoría busca tener una carrera, ganarse unos mangos, alguna minita, sacar unos discos. Y todo eso responde sólo al individuo, cuando lo importante en sí, lo que trasciende al individuo que acaso viva 70 años, ¡es la obra de arte! Ese es el verdadero ser vivo”.
Martín E. Graziano
En la sala de la antifama
Son la gran joya oculta de la escena del rock platense. Después de 6 discos, decidieron editar su primer DVD: Mister América Develado.
Gustavo Astarita enciende su pipa. Deja escapar una bocanada blanca de humo y, sin un ápice de soberbia ni de resignación, observa: “pienso que el medio se equivoca al no crearle un lugar a Mister América”. Fundados en La Plata hace ya 18 años, foguearon su personalidad en los albores del Nuevo Rock Argentino aunque nunca compartieron sus códigos y eso supo jugarles en contra. Es verdad, en sus primeros discos agitaron las patitas en el charco de una esquizofrenia sónica tan cara a los Peligrosos Gorriones pero se sabe, lo apuntó Rodrigo Fresán, el rock comienza extrovertido y termina introspectivo. Como el universo, se contrae. “Los primeros discos eran más duros, con más rock –interviene Leandro Giordano, tecladista-, pero a partir Insano (2001) Mister América partió hacia el retiro. Fue internándose en el terreno de una surrealidad total, en ese mundo que había estado creando”.
Se trata realmente de una banda diferente, de eso que los británicos llaman one of a kind. Su concepto está tan cerrado sobre sí mismo que resulta por lo menos arduo desandar el camino hacia su manantial creativo. Usurparon su nombre del primer disco de The Mothers of Invention y desde allí partieron para atravesar el drama oscuro de Bauhaus, dosis de jazz y, más tarde, la obra de Jobim, el lounge, compositores contemporáneos como Olivier Messiaen y los soundtracks de John Barry. Las canciones se hacen carne en el cuerpo desgarbado de Astarita que, en su condición de performer y songwriter, conecta genealógicamente con el linaje que une a Bowie con Federico Moura.
El último disco, Superación, llega a un punto culmine. Es el cifrado en clave rock del ingreso a un estadio filosófico trascendental. “Representa la creación de un mundo ideal -resumen-, donde uno puede aislarse dejando el plano físico. Un paraíso para nadie”. El verso que lo encendió tiene el perfume zen de los haikus. Astarita canta ese “Ya sufrí, estoy liberado” muy delicadamente, pero con la elocuencia de un yogui levitando frente a una multitud incrédula:
Ahí cierta clave. En esa tensión entre una música asociada naturalmente al entretenimiento (a go-go, lounge, easy listening) y la lírica agazapada para perturbar y cuestionar. “Aparte del recurso literario, hay un recurso filosófico –sostiene Astarita-. Uno compromete su existencia en cada letra creando un símbolo para sí mismo que también puede servir para la humanidad”.
Ahora decidieron dejar un testimonio en DVD. Mister América Develado es el registro de sus shows en La Fabriquera de octubre de 2006. Una botella al mar para aquellos que no pueden acercarse hasta La Plata, porque a la banda no le interesa demasiado cruzar la muralla verde que los separa de Capital Federal. Tampoco parece importarles la escena actual del rock mainstream. “Para mí el rock, o mejor aún, esta musica que lo trascendió, es un camino de vida –concluye Astarita. La mayoría busca tener una carrera, ganarse unos mangos, alguna minita, sacar unos discos. Y todo eso responde sólo al individuo, cuando lo importante en sí, lo que trasciende al individuo que acaso viva 70 años, ¡es la obra de arte! Ese es el verdadero ser vivo”.
Martín E. Graziano
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