martes, 1 de marzo de 2011

ULISES CONTI: mi mundo privado

En este caso, es cierto: Ulises Conti es un músico auténticamente inclasificable. Se trata de un pianista que viaja sin artificios del rock garage al avant garde, pasando por la música de cámara. Hace poco registró Posters privados, un disco de solo-piano que presentó con "Pequeños conciertoss para un solo espectador". La entrevista en G7, por acá.
MI MUNDO PRIVADO

Por Martín E. Graziano

Con Ulises Conti no cabe otra cosa que estrechar su mano. El tipo porta su antiguo oficio con hidalguía, capaz de hacer los gestos más radicales sin perder la elegancia. Quizás haya que buscar pistas en su adn musical: cuando era un adolescente, Conti sintió el ruido neoyorquino de los Ramones y la Velvet. Luego, al poco andar, abrió la puerta de la academia y se sentó al piano para tocar a Debussy. Sin embargo, no fue una capitulación. Su actitud fue tan vital que comenzó a abrir su propia brecha, ajena a las categorizaciones de la prensa y los anaqueles.
El desconcierto no se hizo esperar: su primer disco, Iluminaciones (2003), era un viaje al corazón de las tinieblas con Brian Eno y Giorgy Ligeti como pilotos. El resultado era una música inasible y orgánica, donde podían convivir cuerdas y vientos con un acordeón y algunas programaciones. Luego vinieron pasos distintos como Pacífico, Los paseantes y El amor es un francotirador, un soundtrack de rock garagero que firmó con la dramaturga Lola Arias. Posters privados, su disco flamante, es el destilado más puro. Grabado en Munich durante una sola sesión, es el juego íntimo entre un hombre y el piano. Para cerrar el concepto, Conti decidió editarlo en vinilo y presentarlo con “Pequeños conciertos para un solo espectador”.
¿Cómo surgió la idea de presentarlo así?
Parte de este disco en solitario. Un músico, un espectador… después llega el momento donde quiero llevar todo a la síntesis: uno por uno y para uno. El deseo de materializar una especie de sabotaje a la industria musical y a la mentalidad de los músicos que van por más público por un poco de fama. Buscaba algo más real, que alimentara el vínculo con el que decide ir a escucharte. Esto es lo opuesto al show de una banda de rock con luces y humo; venís a un lugar que podría ser mi cuarto -o mi estudio- y yo estoy ahí, al lado tuyo. Tocando el disco desde la primera hasta la última nota. Hubo alguna tarde en que pensé que estaba loco; después me tranquilicé y me di cuenta que la vida se trata de jugar fuerte.
¿Qué significa publicar este material tan –justamente- privado?
Me gustan los desafíos. Esa interminable conversación con uno mismo que puede conducirte a la peor de las catástrofes o a hacerte sentir como si estuvieras en el paraíso. Ser tu propio casino, el que gana, el que pierde y tu propio estafador ¿Vas a podes hacer esto? ¿Le gustará a la gente? ¿Esos acordes te convencen? ¿Podrías hacerlo mejor? Me gustan los artistas que conceden todo, y creo que no hay otra manera de hacerlo. Hay que ser un poco salvaje para ser compositor y no morir en el intento.
Si bien Posters privados es un disco de sólo-piano, tiene poco de clásico o de jazz. ¿Qué lenguaje querías poner en juego?
Tuve el deseo de recuperar el espíritu de aquellos pianistas solitarios que anduvieron por el mundo dando vueltas. Esos tipos tocando en bares y hoteles, viendo pasar las noches de verano y las tormentas a través de una ventana. Observando la gente y los autos mientras, desde el piano, se desprendían de alguna canción secreta. Alguna melodía vieja encontrada en el cajón de una mesa de luz.
Tanto el disco como los conciertos y la edición en vinilo reivindican a la música en estado puro. ¿Qué te interesa poner detrás de todo esto?
Hay que aflojar un poco con el bobaje, con el changa-changa… Entender que la vida está llena de magia por más que a veces sea despiadada. Poder ver los signos que hay detrás de todas las cosas, no quedarnos en la pena ni en la risotada estúpida y dar todo a cambio de nada.
Tu lugar está siempre en tránsito. ¿Cómo preferís pensarte?
Antes de pensarme como músico intento pensarme como artista. Si elegí comunicarme a través de los sonidos, entonces tengo que usar la comunicación para cosas importantes. Los músicos tenemos que buscar respuestas, pero también saber encontrar preguntas. La idea que tenga el público en general me asusta porque va en busca de algo que no existe: una proyección de la fantasía y los propios deseos, la construcción de un dios personal o un súper héroe. Yo simplemente soy un chico que vino del suburbio, dispuesto a torcer su propio destino.

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