LA FIESTA INTERMINABLE
Por Martín E. Graziano
Parece una imagen de otra Argentina. Una troupe de circo, desembarcando ciudad por ciudad, atravesando el mapa en una caravana gitana. Doce personajes estrafalarios, cargando instrumentos de fiesta y las voces erosionadas por el vino y el canto. Pero no: Los Auténticos Decadentes son hijos de este país y de este tiempo. Sucede que todos conocemos sus canciones y, sobre todo, que funcionan de un modo muy antiguo. Como las viejas orquestas típicas, son capaces de unificar todo y aún así imprimir su sello. Desde géneros derivados del rock (ska, reggae) hasta ritmos cocinados en el hervor popular (cumbia, cuarteto, bolero o murga). Así, apuntando al corazón de la pista, despojaron su música de prejuicios sociales y la abrieron a todos los oídos. Se convirtieron, en definitiva, en la gran orquesta de baile argentina, un título que a esta altura -con canciones y sin demagogia- se han ganado en buena ley, bendecidos por íconos populares como Alberto Castillo y hasta de vanguardia como David Byrne. Y si bien el swing destartalado de los Decadentes siempre fue irresistible, veinte años de carrera les dieron precisión, gracia y un repertorio imbatible.
Ahora, después de capturar los festejos por su 20° aniversario en el dvd Somos, vuelven a la carga con Irrompibles. El disco nuevo trae muchas novedades y también alguna redundancia. Hay invitados ilustres (recuadro), nuevas texturas sonoras y un puñado de canciones necesarias de Diego Demarco y el gran Jorge Serrano. Cucho Parisi sigue al frente de la máquina y, todo parece indicar, no tiene intenciones de detenerse. Allí, sobre el escenario, Los Auténticos Decadentes siguen siendo una personificación de la alegría.
-Ya hicieron un balance. Ahora, ¿en qué momento los agarra Irrompibles?
CP: En la época de ser un clásico, como banda y frente a la gente que creció con nosotros. También muy cómodos, sin tener que demostrar nada. Y buscando cómo seguir haciendo música nos encontramos a nosotros mismos… eso es lo que nos mantiene vivos. En nuestro camino hemos hecho todo lo que teníamos que hacer pero no de manera consciente, sino viviendo cada disco como si fuera único. En ese sentido, Irrompibles está grabado con un relax total, en nuestro estudio y con todo el tiempo del mundo.
ML: Irrompibles nos agarra bastante maduros. Aprendimos un montón de cosas y ya no nos quema la cabeza realizar algo y llevarlo a buen puerto rápidamente. Para este disco buscamos un sonido y otro poco fue surgiendo mientras grabábamos: sonoridades diferentes, una participación más activa de teclados y programaciones.
-Después de tantos hits, ¿cómo manejan la presión por componer temas que estén a esa altura?
JS: Siempre que me pongo a componer una nueva canción siento un poco de incertidumbre y dudas de si podré hacer una canción interesante. Pero como yo nunca hice las canciones pensando en que fueran a ser hits, me parece que la gente las acepta de la manera en que naturalmente son. Creo que lo que gusta de nosotros es lo que somos, y así como lo somos. Por eso es muy posible que les vaya a gustar una nueva canción. De todas formas lo que importa es que nos guste a nosotros. A partir de ahí depende de la gente, y no es algo que podamos controlar.
CP: Siempre hay un poco de inquietud, pero el motor, lo que te motiva a disparar ideas es un proceso interno que se pulsa. Si haces muy a propósito el ‘estribillo para que lo canten todos’, por ahí te sale cualquier cosa. Lo mejor es ser sincero con uno mismo. Tampoco hay que olvidar que estamos todos un poco más grandes, y cada chiste se vuelve más pelotudo a medida que pasa el tiempo. Igual, aunque estamos en la ronda entre los 40 y los 50, no perdemos la esencia: somos como inocentes, y aún sabiendo lo que pasa en el país y en el mundo vivimos nuestra burbuja. Es como un viaje de egresados constante, y esa micromanía de estar todos juntos, conectados, genera esos códigos que podemos volcar acá. Hay una fórmula, pero es una química, algo sustancial que tiene que ver con las personas.
-¿Por qué eligieron “Los machos” como primer corte?
CP: Y, “Los machos” es un tema típico de los Decadentes. Como decimos nosotros, tiene un sonido ‘tutá tutá’. En realidad, la elección tiene que ver con la estética y el nombre del disco. Yo me acordaba de la película Los irrompibles (1975) el primer western argentino, y me sonaba como una banda de amigos. Justamente, eso lo que nos pasó a nosotros: Jorge sacó un disco solista y la gente empezó a preguntarnos: ‘¿se separan?’. No, seguimos: estos son los Decadentes, somos irrompibles. Y “Los machos”, salió de una vez que dijimos ‘loco, juntémonos una vez por semana a jugar a la pelota, al billar, a tomar algo. No era los piratas: era ir a una cantina a comer’. “Los machos” es, en realidad, los amigos.
-La letra dice: “mucha agua ha pasado bajo el puente, pero fue más fuerte nuestra amistad”. ¿Cuánto habla de ustedes?
JS: Es verdad, seguimos siendo amigos y entre nosotros hay respeto y espacio para los aportes de todos. Somos una especie de familia. De hecho, nuestros hijos son como primos entre sí. Los Decadentes son bastante lo que parecen arriba del escenario: un grupo de amigos que se junta a tocar.
-En ese sentido, ¿es una ayuda que en la banda sean doce?
CP: Los grupos de cuatro personas, tienden a separarse. Acá, por suerte, todo se dispersa y todo se habla. Se diluye. Claro que hay una amistad de base que está perfecta, pero el día que te satura uno, te vas con el otro. Imaginate que muchas veces estamos más con la banda que con la familia. Por eso cuando acá falta uno se nota y hay un desfasaje. Porque funcionamos al unísono. Antes de un recital, alguno pude estar cansado, enfermo, o recién separado, pero la banda es como un equipo de futbol: ‘bueno, ¡vamos!, ¡salimos todos!’.
MI VIDA LOCA
No es un dato menor. Para dar a conocer su nuevo disco, Fito Páez eligió una canción que dice: “pensaba en los Decadentes, cuantas noches en la ruta. Hoy siguen juntos, que bueno que está. Dale tiempo al tiempo”. Para buena parte del país, Páez representa algo así como el canon del rock, un género que durante años subestimó a la banda. Sin embargo, los Decadentes recibieron el gesto como un cariño. “Nos gustó mucho la canción, al margen de que nos nombre a nosotros –dice Martín ‘Moska’ Lorenzo-. La verdad es que nos pone muy contentos, porque además a veces no nos damos cuenta ni del paso del tiempo, ni de lo que significamos para la gente. Es lindo mirarlo un poco de afuera”.
La perspectiva sirve para mirar un comienzo que ya de entrada era celebratorio. Fue en 1986, cuando algunos alumnos del colegio San Martín decidieron armar una banda para animar los festejos de fin de curso. Más amigos que músicos, le dieron forma a Los Auténticos Decadentes. No podían siquiera fantasear que, veinte años más tarde, alcanzarían no sólo una popularidad inédita, sino hasta cierto consenso crítico. De hecho, el año pasado se hizo un programa especial dedicado a Mi vida loca, uno de sus discos más respetados. Y sólo un par de meses atrás, la encuesta de una revista especializada eligió a Sigue tu camino como uno de los discos de la década.
-El rock parece haberles dado el crédito definitivo. ¿Cómo les cayó este reconocimiento?
CP: ¡Fue la parte más difícil! Los primeros años fueron imposibles, porque si bien veníamos del rock, había un contexto que no permitía que se nos entienda. Hacíamos algo que era anti-todo, porque tocar cumbia o murga era lo menos. Escuchábamos punk, ska, pero apenas nos poníamos a joder empezábamos a hacer otra música que estaba en el aire. Éramos personas distorsionadas, que podían escuchar a la vez a Mochín Marafioti o a Tom Lupo... ¡siempre convivimos con la deformidad! Mucha gente nos conoció después del ’91, pero habían pasado siete años de tocar en el Parakultural y todo ese circuito.
JS: Nosotros somos bichos de rock. Venimos del underground, pero la verdad es que como personas somos más parecidos a los artistas populares.
-¿Les molestaba esa incomprensión?
CP: Y, yo iba a notas donde me preguntaban ‘¿son o se hacen?’. Entonces para la radio de música pop estaba todo bien, pero nosotros veníamos del rock. Yo venía de leer Expreso Imaginario y Pelo, de esa cultura. Igual siempre fuimos como una isla, aunque compartiéramos el mismo agua, la misma corriente. Así y todo creíamos en nosotros y seguíamos laburando. No nos entendieron, al menos hasta que pasó Mi vida loca.
-¿Cómo se armó la identidad de la banda?
CP: La identidad siempre fue el baile y la fiesta, porque empezamos con el ska. Madness y Sumo nos motivaron. En realidad, de chico yo escuché música disco hasta Malvinas; a partir de ahí empecé con el rock nacional. Es muy loco, pero así se formó el mosaico de los Decadentes. Por ejemplo, Jorge era punk y oscuro, mientras yo estaba en los boliches tirando tarjetas. En esos contrastes está la clave. Fijate que mientras Pocho la Pantera tocaba “Raquel” en las fiestas mas chetas, nosotros tocábamos ese tema en el under para la gente del rock.
-¿Cuándo cambió ese panorama?
CP: Cuando salió El milagro argentino. Y después, cuando tocamos con Alberto Castillo. Ahí nos empezó a escuchar la abuela y entramos en todos los hogares. Antes, cuando le contaba a mi viejo que estaba tocando, me decía ‘tráeme un casete de Castillo y dejate de joder con la música’ (risas). La verdad es que estábamos todos jugados. Si no hubiera estado el grupo, estaríamos en la lona. El padre de uno le iba a pagar la facultad en otro país, y puso esa guita en el disco. Jorge estaba trabajando de electricista en Los Ángeles y le mandamos un telegrama: ‘che, vamos a grabar todos tus temas, mataría que estés’. Yo estudiaba peluquería, me gustaba ser DJ… éramos todos lumpen. Queríamos zafar del sistema, no queríamos laburar, ¡nos queríamos divertir! O sea, si hubiera sido un plan, no creo que hubiera funcionado. Fuimos sobreviviendo una vida para zafar de la monotonía. Hoy seguimos zafando, con familia y pagando las cuentas, pero sin perder el espíritu.
-¿En qué momento se dieron cuenta de qué sintonizaban con algo especial?
CP: Cuando empezaron a prender todos los temas en la cancha. Ahí trascendimos todo. Por eso nos empezaron a conocer en otros países. Fue entrar en el inconsciente de gente que no va a un recital ni en pedo, y capaz está cantando un tema nuestro en Colombia. Es raro pensar cómo letras tan argentinas como “Los piratas” son cantadas en México. El otro día fuimos a Costa Rica, y de diez temas del repertorio cantaba ocho la gente. Yo dije: ‘loco, existimos más allá de nosotros’.
-La sensación colectiva que emana la banda es de fiesta. ¿Se les ha cruzado por la cabeza correrse de ese sitio?
JS: No, somos muy felices siendo lo que somos. Sentimos que nuestra misión es llevar un rato de alegría y de canciones a la gente de todas las edades, sexos y clases sociales. Recibimos un gran reconocimiento por eso y estamos muy orgullosos del lugar que ocupamos en la música argentina.
CP: Además, a esta altura, nos aburriríamos. No quiere decir que no podamos hacer un disco prohibido, oscuro. Nos lo podemos permitir, pero hoy ya nada es oscuro. Ahora querés ser rockero y está bien visto. La guitarra eléctrica era desafiante, pero hoy está de onda y lo ponen en cualquier publicidad. Cualquier pibito de doce ya tuvo una guitarra, o fue a ver a AC/DC.
-El camino de los Decadentes, ¿hasta qué punto superó sus expectativas?
JS: Muchísimo. Realmente empezamos haciendo esto por diversión y por lo menos yo, no tenía ningún plan más allá del día en que tocábamos. Por lo tanto, todo lo que nos sucedió fue sorprendente y maravilloso. Como siempre dice Cucho: 'es más de lo que nos merecemos'.
Jorgeeee es un MAESTRO en lo que hace y una gran y humilde persona!
ResponderEliminarLo qeremos muchooo y lo RE BANCAMOOS!..