lunes, 23 de enero de 2012

RESEÑA: Botis en el bosque estrambótico

En diciembre, la revista G7 publicó la reseña que escribió Graziano sobre el primer disco solista de Leandro 'Botis' Machín. De ningún modo hay que dejar pasar este disco.
BOTIS- Botis en el bosque estrambótico (Edición de autor)
Instalado desde hace un par de años en los valles de Traslasierra, Leandro ‘Botis’ Machín es el piloto de La Manzana Cromática Protoplasmática. Esa banda performática y delirante que cimentó su propio culto entre los soundtracks de dibujos animados y Hermeto Pascoal. Un tiempo atrás, decidido a registrar el puñado de canciones que venía arrastrando, se puso a trabajar en su primer disco como solista. Un disco que, al modo de las suites, dispone su terreno desde la primera canción. Allí, después de cambiar el cuerito de una canilla, Botis explora las cañerías y encuentra un ecosistema de hongos y líquenes. Lo que sigue es un viaje psicodélico e intrauterino hacia “allí donde el Ciff nunca llegó”. Una cancionística de colores acústicos que remite tanto al primer Miguel Abuelo como a la Incredible String Band y el Choncho Lazaroff. Desde luego, Botis no está solo. Lo acompañan músicos letales como el violinista Javier Casalla, la cantante Barbarita Palacios y algunos de sus compadres en La Manzana, que aportan pinceladas sutiles de cuerdas, vientos y teclados. Como una buena película, hacia el final comienza a quedar claro que Botis no está perdido en el bosque: Botis es el bosque.
Martín E. Graziano

SOFÍA VIOLA: la voz salvaje

Este blog pudo detenerse un mes: Graziano, no. Aquí está, por ejemplo, el breve reportaje que hizo con Sofía Viola para la revista G7.
LA VOZ SALVAJE

Por Martín E. Graziano

Sofía Viola pide perdón si habla con versos rimados: “soy poeta y no lo puedo evitar”. En definitiva, es una fatalidad deliciosa: hace unos meses, esta muchacha de 22 años editó Munanakunanchej en el Camino Kurmi (“tenemos que querernos en el camino Arco iris”) y se reveló como una artista tremenda. Un salto evolutivo en el linaje de los cantautores de esta parte del mundo. Así, en su disco de fabricación artesanal pueden convivir sin complejos elementos de la música andina (yaraví, huayno, cueca) con rock argentino, hot jazz, ranchera mexicana, tango, vals criollo y la impronta do it yourself del punk. El resultado no es un híbrido: es una canción nueva. Llena de humor y hondura, tensada entre el campo y la gran ciudad. Interpretada con una voz tan salvaje y caudalosa como la personalidad de Sofía. Formada teatralmente en el circuito más off del conurbano, algún memorioso recordará su participación en el ciclo Medios Locos, como “La supuesta hija de Perón”. Otros la habrán visto haciendo de Curda, la payasa tanguera y malyevada que liberó su faceta compositiva. Esas primeras canciones la llevaron de viaje y, en 2009, grabó su primer disco (Parmi) con energía solar en La Casa Ecológica de San Marcos Sierras.
¿Qué lugar tiene tu familia en tu formación artística?
De bebita mi mamá me dejaba llorando con la música al palo en la cuna. Ella es una melómana y bailarina de ritmos latinos que se dormía escuchando Dexter Gordon o Chet Baker. Mi papá siempre tocó la trompeta, así que todas las mañanas me despertaba con su sonido y lo acompañaba en su rutina de estudio. Después me hizo estudiar ese instrumento y otros, me metió en el conservatorio…pero yo no pude recibir la teoría y me salí con la mía que era cantar. Una vez que mantuve firmeza con la voz, me indicó que toque la guitarra y que componga tangos. Siempre me acompañó con su crítica filosa que valoro y respeto, me guió desde su humildad de consejero y dejó que yo haga la mía. Me criaron con mucha libertad, conciencia y amor; supieron ponerme los límites y yo supe sacarlos.
Tenés un tatuaje de Violeta Parra. ¿Qué significa para vos? ¿Qué otros artistas funcionan como tus referentes?
‘La Violeta’ me voló la cabeza desde el momento en que escuche “Que he sacado con quererte”. Ahí empecé a estudiarla y hoy en día metemos algunos temas de la Violeta en el dúo que tenemos con Barbarita Palacios: Las Huevas. Además, significa encontrarme con mi parte chilena, ya que mi mami es de allá. Bueno, y ya desde la cuna escuché Ismael Rivera, Héctor Lavoe, Celia Cruz, Billie Holiday, La Lupe, Oscar D´ Leon, Tita Merello, Little Richard, Pérez Prado. Y en la búsqueda personal me encontré con Martin Sus, El Príncipe, Rafael Escalona, Chango Rodríguez, Pappo, Manal, Almendra, Miguel Abuelo, Almafuerte, Atahualpa Yupanqui, Mina, Ezequiel Borra, Eduardo Mateo, Tom Waits y los que vendrán.
Tu actitud es muy gitana y trashumante. ¿Qué lugar ocupan los viajes?
Los viajes le sumaron plumas a mis alas, calle y pan. La primera vez que salí de Argentina fue con los del Teatro-Bar de Temperley, varios actores, malabaristas y músicos en busca del pan cerca del mar. A Cabo Polonio fuimos a parar: andábamos como gitanos con tiendas de trapo. En esos días tocábamos todo el tiempo y eso me curtió bastante, la voz toda rasposa y gritona sin ninguna clase de sutileza.
No sólo bajas línea en “Caca en la cabeza”, sino que grabaste tu primer disco con energía solar. ¿Cómo te llevás con la vida en la ciudad?
Me encanta y me enferma. Amo vivir en la naturaleza y cantarle a los pájaros y los arboles, pero los pájaros y los arboles ya saben todo. Entonces no tengo mucho más que decirles, así que siempre vuelvo a la ciudad con una misión clara que es el destino del canto. Esto que me dio “alguien” y no me lo puedo quedar para mi sola: tiene que salir y lo tienen que oír todos los que lo sientan.