RESEÑA: Ventanas

Un par de meses atrás, la revista La Pulseada publicó una nueva reseña de Graziano. Esta vez dedicada a Ventanas, el nuevo disco (más dvd) del Aca Seca Trío, editado por el sello Calle Angosta. El texto es el que sigue.

ACA SECA: Ventanas

Gestado en el ámbito universitario platense, el grupo de Quintero, Beeuwsaert y Cantero estableció un patrón de belleza y virtuosismo muy fuerte. Tanto que se convirtió en referencia para la escena folklórica que rehúye el ámbito festivalero. Una mirada esteta sobre la música de raíz que, en el peor de los casos, perdía el filo popular en los pasillos del laberinto armónico. En el mejor, era algo así como una maravilla. Sin embargo en este disco, Aca Seca realiza dos corrimientos. Por un lado, deja de ser sólo eso que parecía: el mejor vehículo para las composiciones de Juan Quintero. En Ventanas hay un gran aporte de Beeuwsaert, versiones de José Flamenco, Castilla/Valladares, Edgardo Cardozo, anónimos y una visita al repertorio de Eduardo Mateo. En ese sentido su título no funciona caprichosamente: “viejas ventanas sin cerrar”, dicen. Ahí, justamente, el segundo desplazamiento. Hacia una arena más movediza que la del folklore, común a grupos inclasificables como Puente Celeste y subrayada por los vientos de Víctor Carrión y Juanpi Di Leone. En fin, con invitados de lujo como Liliana Herrero y Javier Malosetti (para una mirada angulosa de “Esa tristeza”, la gema de Mateo), acompañado por un DVD con vivo y ensayos, el disco es alimento no perecedero. Y, además de ser una buena noticia per se, es parte de un proyecto que lo excede: Calle Angosta. Un sello con respaldo de Sony Music y dirigido artísticamente por Lito Vitale, que planea abrir un espacio editorial para la música local. Junto a este lanzamiento, también apareció el disco que Horacio Lavandera dedicó a los Compositores argentinos, el sorpresivo Pra Elis de Julia Zenko, más cuatro compilados dedicados al rock, el folklore, el tango y la música romántica que, si bien pueden sonar redundantes, gozan de un criterio intachable.

Martín E. Graziano